Aquí la palabra clave es “principio”.
Como toda buena historia comienza con una afirmación como “Aquella
vez que me puse bien pedo” o “Aquella vez que jugué Volleyball Tequila con un
negro”, el receptor de la información, así mismo, siempre hace la misma
pregunta: ¿Y cómo comenzó todo?, aquí
es donde entra otra de mis inexplicables e interminables patologías.
Le tengo pánico a dos cosas en la vida: Cosas/entes/personas que corran hacia mí (no importa que sea un
viejito en andadera jadeando… si viene corriendo hacia mí, comenzaré a llorar)
y comenzar cosas nuevas. Es en este
segundo punto donde se enfoca la historia. Si bien, soy amante de quedarme
despierta hasta las 3 am pensando lo buena presidenta intergaláctica que sería,
es muy difícil que por las mañanas tenga el mismo ímpetu emprendedor que me
hizo desvelarme. Esto me ha traído muchos problemas en mi vida, en especial…
cuando se trata de los primeros días de clase.
Para los que me conozcan, sabrán que siempre he querido
estudiar Cine, y tras por fin graduarme de Administración de Empresas en
diciembre de 2012… mi sueño comenzó a materializarse. Pasé de tener dinero y un
café del Starbucks diario, a sólo poder costear un café del Oxxo de vez en
cuando, y tal vez, unas doraditas rancias de la maquinita expendedora… soy una
pobre estudi-hambre feliz. Pero, a pesar de que soy increíblemente feliz en mi
nueva carrera… no dejo de sentir pánico cada nuevo cuatrimestre cuando se
presentan los maestros y dan el plan de estudio.
Dios, odio los planes… son tan adultos, van tan ligados de
la mano de tener una hipoteca, pagar impuestos, sacar un crédito en el
Infonavit y comenzar con mi plan de retiro… todos los planes, siempre salen
mal, ¿Por qué debemos amargar nuestra corta existencia con esa metodología del
demonio? El problema es que, si bien los repudio, la mayoría de los maestros y
las personas de bien, exitosas, que han logrado hacer algo con su vida… los
adoran.
Así que comencemos por el principio:
Hoy tuve mi primera clase de Técnicas de Investigación para una Producción Audiovisual, es un
nombre rimbombante para decir “chinguele
pa’ poder hacer su película, ajá!!” y aun así no te garantizan nada. La
maestra, creí, se veía como una muchacha de no más de 35 años, que
probablemente escogía su ropa por las noches antes de dormir y que combinaran
desde sus calcetas hasta el broche de su brassiere… muy rígida y sistémica para
mí, de seguro ha de ser quedada y nunca ha cambiado de shampoo. Oh!, deja de juzgar a la gente, Marce! :D
… me dije a mí misma.
Comenzó a dar la metodología del curso, los temas a exponer,
tener que hacer equipos, tener que hacer actividades recreativas de inclusión
de grupo, tener que hacer más videos, ir a San Juan de Dios a hacer estudios!
Arrrgh! … mi párpado comenzó a temblar de pensar en toda la chinga que sería
una clase como esta… y fue cuando las preguntas aparecieron: ¿No me habré equivocado de carrera?, ¿no
debería estar mandando currículo a Seguros Monterrey? ¿Mi madre tenía razón y debería haber puesto
más atención en clase de contabilidad? ¿Cuál es la fórmula secreta de Coca
Cola? … la idea de replantear mi vida, carrera y aspiraciones se veía sumamente
factible a las 9:30 de la mañana.
Con el párpado temblando y la clase siendo de 3 horas, por
fin llegó un bonito receso en el que olvidé mi miseria por un momento y decidí
que invertiría la módica cantidad de $47 pesos que podría usar para comer… en
un solo café. ¡¿QUÉ?! NO ME JUZGUEN! … Todos lo han hecho…
Starbucks ha conocido mis fracasos, éxitos, lágrimas y
noches sin internet. El tener uno casi las 24 horas a la mano cuando estaba
estudiando en el Tec, hizo que se convirtiera en un recordatorio constante,
banal y superficial de que mi posición en el mundo era, por el momento, privilegiada
y debería explotarla al máximo por el tiempo que durara… sí, soy una frívola
brujaaa capitalista. Todos lo hemos sido alguna vez!! Es el poder del café Moccha
con extracto de menta, leche deslactosada light y un shot de café extra, venti
con crema y chispitas….
Starbucks me hacía sentirme mejor, me hacía sentir
calientita en días de frio, me hacía sentirme bien cuando estaba a punto de
enfermarme, ahí tuve las mejores pláticas de mi vida, esa chingadera
capitalista había salvado mi vida en más de una ocasión, y si bien, estoy
decidida a ser una mejor persona y por eso escribo este blog, hoy no era la
ocasión adecuada para enfrentar mis
demonios y correr al Oxxo por un Andati.
Tuve el vaso en mis manos… era hermoso. Estaba calientito, olía a una
mezcla de esclavos que cultivaban café por un plato de arroz al día y capitalismo
líquido, glorioso. Pagué con un billete de $50… me dieron $3 de cambio y al
primer sorbo todo estuvo mejor, el mundo comenzó a aclararse. Escribieron mi nombre con una carita feliz…
debía ser un buen augurio.
Regresamos a clase, otra hora y media… pero todo fue
diferente… no era mi café o el clima, era… chido. La maestra dejó su máscara de
hierro sobre el escritorio y comenzó a contarnos sobre un proyecto de
investigación que ella misma hizo para poder ejemplificar la clase: El proyecto
consistió en estar viviendo 2 años en África y, a grandes rasgos, culturizar a
niños de preescolar mediante las artes visuales, en especial fotografía.
Mi café estaba a la mitad y frío para cuando terminó de
contar todas las anécdotas de cómo vivían las tribus en África, como sufrían para
cosas tan simples como lavar la ropa o conseguir comida, que el dinero no
existía realmente, que era obligatorio circuncidar a los niños y … al menos
para mí … casi mutilar el clítoris de las niñas, que no todos sabían leer y
escribir pero si aprendieron a manejar una cámara, que los niños no le temen a
la muerte, al matadero de animales, a los turistas… a lo nuevo… no le tienen miedo
a nuevos comienzos.
… lo primero que vino a mi mente después de eso fue: Qué pendeja estoy…
Y por ello… mi guapos lectores… la lección del día fue… que
no te dejes llevar por las apariencias, no necesitas a nadie más que a ti mismo
y tus propias ganas de salir adelante para hacerlo, que el mejor motor es la
curiosidad y no el dinero como todos piensan, el dinero viene por añadidura una
vez que comienzas a encaminar tu vida hacia el sitio correcto. No digo que no
necesitemos de la tecnología o algunas comodidades, sino que no dependemos de
ellas. Yo realmente no necesitaba un café de $50 para dejar de estar asustada,
necesitaba alguien que me diera una cachetada con datos cualitativos y
cuantitativos de que la vida es difícil, es una chinga estar aquí, pero lo que
hace que una persona sea valiente no es la ausencia de miedo, sino seguir
adelante cuando sientes que quieres irte a llorar al piso del baño y comer
madalenas. Así que… probablemente mañana ya ni siquiera estén aquí y perdieron
el día de hoy preocupándose… toquen un elefante! Coman una rebanada extra de
pastel! No se bañen un día! … pero no dejen de sentir que están vivos.
Pd: La maestra tiene 42 años, estudió un doctorado llevando
a clases a su hijo de 9 meses y cuando se fue a África su esposo la acompañó
los dos años junto con su hijo y siguen siendo una muy chula familia. Yo quiero
un así.
Muy buena experiencia Licenciada. No se le olvide, la vida es difícil! Y el universo hará todo lo posible por complicarla ;)
ReplyDeletejaja tenia mucho sin leer tu blog pichona, si si soy yo aunque no lo creas, y hechale ganas a tu nueva carrera morrilla me da gusto saber que estas haciendo lo que te gusta :D
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